lunes, 13 de febrero de 2023

Alegría de Manuel Vilas

Manuel Vilas es un huérfano de cincuenta años. Así lo definió Héctor Abad Faciolince en un encuentro literario en Cartagena de Indias, uno de los tantos que aparecen en Alegría.

Y es que el poeta y narrador aragonés, luego de varias novelas algo excéntricas para el medio como “Lou Reed era español” alcanzó el reconocimiento internacional con una novela escrita en memoria de sus padres -un vendedor ambulante y una ama de casa de lo que podríamos llamar “la España profunda”- titulada Ordesa.

Alegría es una especie de continuación de esta obra, en la que, por un lado, documenta los efectos del éxito de Ordesa en su vida: viajes por el mundo, hoteles de lujo y encuentros insólitos con lectores; mientras por otro, no puede dejar de evocar a sus fantasmas tutelares -los memorables Bach y Wagner de la obra anterior- y lo que hubieran pensado de su vida actual, sobre todo, de las revelaciones que hizo sobre ellos en Ordesa. En Alegría, en cambio, cobran mayor presencia los dos hijos de Vilas de su primer matrimonio (también con nombres de compositores), con quienes tiene una relación fragmentaria, y su actual esposa Mo(zart).

Estamos pues, metidos de lleno en los terrenos de la auto-ficción. Pero lo que en Ordesa era novedad y poesía -la elegía de unos padres en un mundo primigenio- en Alegría se vuelve repetitivo y cansino, sobre todo cuando el autor utiliza el recuerdo de sus padres para auto conmiserarse de sus fracasos actuales. Y a pesar de la casi total ausencia de trama, Alegría tiene buenos momentos, como cuando Vilas describe su vida en Estados Unidos acompañando a su segunda mujer, sin hablar jota de inglés, y elabora teorías sobre la compleja idiosincrasia española.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Dos películas arriesgadas

En los últimos meses se estrenaron dos películas importantes de una nueva generación de cineastas ecuatorianos. Dos películas que privilegia...